Isabel de los Milagros Yanes Ruano
Carné: 201502989
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El padre de Efraín y María cae enfermo de fiebre, por lo que dicen llamar al médico
porque, aunque podía no ser nada grave, querían quedarse tranquilos con
un diagnóstico del médico.
Él dice ignorar de qué habla su padre y le asegura que
esta delirando. Sin embargo, cuando el médico llega y le pregunta si hay algo
que pueda preocuparle a su padre, Efraín le cuenta la verdad (que un negocio en
el que el había puesto todas sus expectativas había salido mal). Entonces le
explica que esa puede ser la causa de la enfermedad, le receta una medicación y
le pide que lo controlen, tarea que es llevada a cabo conjuntamente entre él y
María.
La fiebre continuaba, y el médico le dijo a Efraín que
si a la noche no empezaba a delirar y una excitación, no estaba pasando nada
bueno y, en ese caso, ya no habría nada que él pudiera hacer contra la
enfermedad de su padre. Le pidió que busque alguna excusa para que sacara a las
chicas de la habitación, ya que se podían impresionar; pero Efraín no lo creyó
así. Solamente sacó a su madre, y se quedó con Emma y María. El médico mientras
tanto iría a descansar, pero pidió que ante cualquier problema lo llamaran.
Emma y María, pese a que querían e intentaron
permanecer despiertas, se durmieron, por lo que Efraín quedó a cargo de su
padre. De repente escuchó un quejido proveniente de este y vio que intentaba
incorporarse en la cama, Efraín se acercó para ver qué pasaba.
El hombre estaba delirando: creía que alguien, el hombre que había logrado que su negocio
saliera mal, lo estaba esperando fuera de su habitación; por eso, intentaba
salir de la cama (y estaba débil todavía), llamaba a Efraín constantemente y le
pedía que le trajera su ropa y pedía que Juan Ángel, uno de sus sirvientes, le
preparara un café para él y su supuesto invitado.
Como Efraín no sabía qué hacer llamó a María y entre
los dos trataron de convencerlo de que estaba delirando, aunque fracasaron en
el intento. El chico quiso ir en ayuda del médico, pero María se lo impidió
porque tenía miedo de que la situación se complicara más y no supiera que
hacer, entonces despertaron a Emma para que esta vaya en busca del médico. Una
vez que el doctor Mayn llegó, se alegró cuando Efraín le contó lo sucedido y
consideró que María, por su manera de ser, era la indicada para darle el
remedio, mientras él se escondía para observar sin ser visto. Ella se lo dio
muy dulcemente y el hombre se durmió.
Después de diez días, el padre mejoró notablemente. El
doctor recomendó que no se le mencionara nada del negocio que fracasó. Una de
esas reuniones familiares fue interrumpida por Juan Ángel, trayendo dos cartas.
Eran ambas del señor que iba a llevar a Efraín a Inglaterra, para que pudiera
concluir su carrera de medicina.
La primera decía que postergarían su partida por
cuatro meses, por lo que Efraín sintió un poco de alegría porque tendría
bastante tiempo para pasar con María, aunque prefería no irse. La segunda
comunicaba que como se había enterado de la mejoría de Anselmo (el padre de
Efraín) y, como iba a estar próximamente en Cali, quería encontrarse con Efraín
allí y de ahí partir a Inglaterra. Al chico no le gusto ese repentino cambio de planes y salió a dar un paseo con
su caballo.
Cuando volvió decidió que tenía que hablar con su
padre de lo que pensaba. Le dijo que él no pensaba que estuviera bien irse,
debido al reciente fracaso que había vivido su padre, lo cual había generado
una notable pérdida económica en su familia. Irse a Inglaterra implicaba nuevos gastos, los cuales él dudaba que pudieran ser
afrontados por su familia, y además creía que, a causa de la enfermedad que
había pasado su padre debía quedarse a ayudarlo porque al ser el hijo mayor,
era a él a quien le correspondía.
Sin embargo, el padre dijo que no estaba de acuerdo,
los gastos iban a poder ser afrontados y, además, una vez
que él se hubiera recibido se iban a recuperar las pérdidas sufridas gracias a
el buen trabajo que Efraín iba a tener. Tampoco
quería que su hijo cortara por la mitad la buena carrera que había iniciado.
Por lo tanto, le dictó a su hijo una respuesta para que le enviara al hombre
que se encargaría de llevarlo a Inglaterra.
Efraín se mostraba triste debido a su cercana
separación de María. Su madre intentó convencerlo para que cambie de ánimo. Le
dijo que ella cuidaría de María no como su hija, sino como la futura esposa de
su hijo y le hablaría siempre de él. Sin embargo, Efraín siguió triste.
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